Queridos colegas y amigos,
El sábado 25 en la mañana murió Darío Luchetta, compañero de ruta desde que tengo memoria.
Vamos a extrañarlo muchísimo y recordarlo cada día evocando tantos momentos en que nos hizo fácil disfrutar del trabajo.
Nos deja todo lo mucho que aprendimos a su lado.
Nos enseñó a cultivar la picardía para ayudar a “darse cuenta”, sin perder nunca el respeto por el otro. A escuchar en el silencio y ayudar a decir lo que cuesta, con la infalible técnica de conectarse con el otro genuinamente y siempre despertar confianza.
Hasta último momento se empeñó en mostrarnos que se puede elegir como vivir, aún frente a lo que no podemos elegir.
Nos hizo fácil hablar de lo que no queríamos ni pensar, y nos hizo sentir queridos y capaces de hacerle sentir el amor y la amistad.
Tomo prestadas las palabras de Antonio Machado, en su despedida a su maestro Don Francisco Giner de los Ríos
Como se fue el maestro,
la luz de la mañana
me dijo: Van tres días
que mi hermano Francisco no trabaja.
¿Murió?… Sólo sabemos
que se nos fué por una senda clara,
diciéndonos: Hacedme
un duelo la labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!
Guillermo Barreto