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El Correo Que Nunca Quisieras Recibir Si Fueses Jefe

Esta nota relata lo que pasó cuando el profesor les pidió a sus alumnos treintañeros de posgrado que escribieran un mail 'sin filtro' dirigido a sus jefes (y que nunca sería enviado).

Los reclamos pueden sonar previsibles para cualquier observador de las relaciones en el trabajo, pero no dejan de sorprender por el tono en que son planteados.

Cuando un colaborador -o un hijo- nos dice: “¿Siempre vas a concentrarte en encontrar un error?”, el comentario nos pega -y duele- mucho más que la crítica al micro management o la falta de feedback positivo.

Son observaciones que podemos discutir, y hasta invalidar, pero no podemos dejar de reconocer que provienen del sentir y que si no las percibimos o las ignoramos, generan una grieta difícil de reparar.

El problema es cuando no lo dicen y no nos damos cuenta.

Probablemente muchos de los destinatarios de los correos del ejercicio en clase ni sospechen lo que provocan.

En el ejercicio de nuestro rol de consultores vemos a diario cómo, en cada escritorio, se juega una pulseada por el tiempo y la atención de los líderes. Y el rol de hacedor técnico, le gana sistemáticamente al rol conductor.

La recomendación es tan sencilla como desafiante.

Es estar más en contacto. gastarse más tiempo con cada colaborador, y esforzarse en cultivar conversaciones que hagan del vínculo algo genuino.

Cada uno seguirá teniendo motivos de sobra para quejarse del otro, pero no llegaremos al extremo de provocarnos daño.

 

Mail sin filtro: todo lo que los empleados no se animan a decirle a su jefe

Incapacidad para delegar, soberbia y falta de escucha son algunas de las críticas más comunes en el mundo de las empresas

“Juan Carlos, desde que te nombraron a cargo del área mi vida y la de mis compañeros se transformó en un infierno. Renuncio antes de que me destruyas la vida.”

El profesor les pidió a sus alumnos treintañeros de posgrado que escribieran un mail “sin filtro” dirigido a sus jefes, a los que nunca sería enviado. Luego de un primer momento de sorpresa, el entusiasmo se apoderó de ellos, y todos se lanzaron a la tarea. Los textos no dejarían bien parados a los líderes de estos jóvenes.

Algunos estudiantes mostraron una furia contenida difícil de concebir en un ambiente laboral razonable. Señalaron a jefes autoritarios, carentes de consideración y de actitud arrogante. En los escritos aparecen expresiones como “me anulas permanentemente con tus comentarios”, “nunca me diste un consejo positivo”, “tus acciones afectan mi vida familiar” y otras similares. Al revisar las reacciones, se observan ciertos patrones de comportamiento.

Falta de integridad: si partimos del principio de que integridad implica decir lo que se piensa y hacer lo que se dice, varios alumnos expresaron su malestar sobre las conductas poco íntegras de sus jefes. Su falta se manifiesta con favoritismos, con el incumplimiento de los compromisos pactados, con la difusión de falsas expectativas, con una falta de coherencia entre la actitud del líder y los principios organizacionales, y con conductas reñidas con el profesionalismo exigido a los colaboradores. La hipocresía y la falta de integridad desatan el cinismo, un cáncer que se extiende con rapidez por toda la empresa.

Carencia de feedback: los participantes se quejaron de no obtener suficiente feedback y de los errores al recibirlo, por ejemplo, cuando se da frente a otros, o en lugares y momentos poco propicios. En otros casos, el feedback toma la forma de reprimendas, lo que genera rencor. El resultado es que los mensajes “no enviados” a los jefes contienen muchos comentarios irónicos que rayan lo insultante.

Incapacidad para escuchar: hay acuerdo entre las investigaciones que muestran que tomar en cuenta las ideas de los colaboradores es imprescindible para mantenerlos motivados y dispuestos a realizar aportes creativos. Cuando el superior anula las propuestas de los miembros de su equipo sin la búsqueda de consenso y termina por imponer sus opiniones, destruye las iniciativas de su equipo. El resultado es un grupo de cuasi robots, que tienen el “sí señor” como su única salida, y de gente que va a trabajar sin ganas.

Micromanagement: “Estoy cansado de que no se pueda tomar ninguna decisión sin consultarte”, “siempre encontrás algún ?error’ cuando revisás con lupa lo que hago”, “necesitamos que nos dejes hacer nuestro trabajo en forma independiente” y otros comentarios similares, expresan la frustración que genera la falta de empowerment. Hoy las empresas buscan denodadamente desarrollar la creatividad de los empleados y la cultura de “emprendedor interno”. Cuando un superior “quiere estar en todo”, anula la voluntad creadora y las ambiciones de los miembros de su equipo, e impide el crecimiento de sus colaboradores. La expresión “necesito crecer a tu lado y se me hace muy difícil” resume la sensación de impotencia que produce el micromanagement.

Arrogancia: la falta de humildad del líder está presente en todos los casos anteriores. “Tono despectivo”, “aires de superioridad”, “seguridad que roza la soberbia” y otras expresiones del mismo tono indican la necesidad de un liderazgo más cercano a los colaboradores. El orgullo aleja al líder de su gente e induce el rechazo; las personas adoptan una actitud defensiva y cauta; desaparecen las ganas de hacer aportes positivos y, por el contrario, aumentan los comentarios cínicos. Un líder así basa su poder en el temor y trata de ocultar sus propias falencias.

Los elementos que aparecieron en los mails no enviados no son nuevos. Muestran que, a pesar de la difusión que han tendido las buenas prácticas de liderazgo durante los últimos tiempos, su impacto en el mundo real sigue siendo bajo. Si bien la muestra de opiniones es acotada, la unanimidad de las expresiones llama la atención. La conclusión se puede resumir con el poco alentador aprendizaje que señaló uno de los participantes: “Con vos aprendí la clase de líder que no quiero ser”.

Los autores son profesores de la Escuela de Negocios de la UTDT

 

 

Fuente: www.lanacion.com.ar

 

 

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