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Entusiasmo

Por Mariví Yanno

Hace unas semanas comencé un Laboratorio entre colegas sobre Estructuras Liberadoras que me tiene entusiasmada. Conducido hermosamente por @Cynthia Rubinstein, nos propone un espacio de aprendizaje colaborativo, generoso y reflexivo. Somos un grupo grande y diverso, compuesto por personas situadas en distintos lugares del pandémico globo, hispano parlantes, aunque con diferentes dialectos. La verdad, no podría decir que nos conocemos ya, pero los intercambios que vamos teniendo son muy valiosos. Todos los encuentros son estimulantes y nutritivos, para decirlo con las palabras de Cyn ¨te dejan re-manija”.

Anoche, aplicando una de las Estructuras Liberadoras para hacer un ejercicio de análisis de esta comunidad de aprendizaje que estamos empezando a habitar, apareció la bella Caro V -desde Chile- que sostenía su aporte, con voz calma pero persistente: hay palabras que nos alejan, me pierdo en la traducción. Yo pensaba, escandalizada en mis mejores intenciones ¿cómo pasamos por alto que la compañera no entendió? ¿cómo nos resulta tan fácil ese descuido? Surge la idea: ¿hacemos un glosario nuestro? Otra vez el entusiasmo que nos pone a colaborar.

Después del encuentro de anoche, propuesta de glosario de por medio, quedé “re-manija” escarbando palabras. Siempre me resultó atrapante el universo de la palabra. Encontrar su historia, la raíz etimológica desde donde viene a decir, o descubrir qué nuevos sentidos quiere asomar, cómo se re-semantiza para poder hablar el mundo que nos toca hoy. Me gusta pensar el lenguaje como un animal: – vivo, creciente, cambiante. Como toda vida, con un devenir que la atraviesa y modifica.

Quienes trabajan conmigo saben que prefiero no poner límites al lenguaje; que me gusta que esté disponible para entendernos genuinamente, – “en criollo” dicen algunos-, aún a riesgo de perder ciertas finezas. Se pasa tanto tiempo en las organizaciones buscando cómo deshacernos de eufemismos viciados de insinceridad, desarmando mecanismos de incomunicación instalados a sus anchas desde que se puso de moda lo polite (en el peor sentido de esa palabra). Soy fan número uno de redefinir cualquier palabra las veces que nos haga falta hasta que estemos todxs en la misma página.

En estos encuentros hay palabras que van repitiéndose, resonando, y amplificándose. De las más frecuentes: libertad, responsabilidad, transformación. ¡Enormes palabras sobre las que vamos repensando nuestras prácticas profesionales! (por supuesto que lo más repetido estadísticamente debe ser “estás muteadx”, pero eso lo dejamos para otra reflexión). Entre esas palabras inmensas, una que estamos gastando de tanto usar porque vuelve y vuelve es Entusiasmo. Y pensaba, ¿por qué nos entusiasmamos tanto? En la genealogía de entusiasmo (que parece que existió en el latín tardío pero la familia oficial es griega, y que refiere según diccionario a exaltación del ánimo, fervor interior) se encuentra una voz formada de ´entheus´ o ´enthous´: que lleva un dios dentro (en +theos).  ¡Belleza de significado, creyentes o no! ¡Mi entusiasmo es mi parte divina! ¡Es ese fueguito de Galeano! ¡Es mi singularidad bailoteando contenta!

¿Qué nos deja re-manija? ¡Que hay espacio para compartir y poner cada quien de sí mismo, de su dios interior, de lo que nos hace singulares! Esa transformación hacia la libertad responsable sólo se consigue si nos entusiasmamos. Para eso todxs debemos tener lugar. Sólo valorando, y por tanto asegurando un espacio a todas y cada una de las personas en su diversidad es como propiciamos entusiasmo.

¡Y para hacer grandes las cosas que nos proponemos hay que estar re-manija! ¿O no?

 

¡Gracias Cyn por esta pista de baile para nuestrxs dioses interiores!

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