Por Guillermo Barreto
(igual que todos los equipos que pudieron adaptarse rápidamente al nuevo escenario)
“Todas las familias felices se parecen unas a otras, pero cada familia infeliz lo es a su manera.”, enuncia León Tolstói en las primeras líneas de su novela Ana Karenina.
Al igual que las familias felices, todos los equipos que han logrado adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones de trabajo, se parecen entre sí.
Uno de los denominadores comunes es el conductor y muchas de estas cualidades:
- conoce la realidad del piso de su planta u oficina, las capacidades de sus herramientas y procesos, las métricas con las que medir los indicadores clave, y es capaz de establecer prioridades
- conoce los procesos a su cargo, las variables que pueden limitar o impulsar sus resultados, los eventuales “cuellos de botella” y mejor modo de balancear las operaciones para asegurar productividad sostenida aun en un entorno precario
- no se mira la punta de la nariz, puede mirar el mediano plazo (aunque fuese incierto) y anticipar impacto eventual de las decisiones que toma cada día en su propio equipo y en los demás (colegas, clientes, proveedores, etc.)
- conoce a sus colaboradores, sus capacidades, el nivel de autonomía de cada uno y los impulsores o barreras que pueden afectar su desempeño
- cultivó un vínculo de cercanía y disponibilidad que permite conversaciones genuinas y clima de confianza para actuar las mutuas necesidades o abordar posibles conflictos
- monitorea y desafía combinando el rigor y la empatía, logrando pedir claro y marcar bien la cancha, pero escuchando y comprendiendo a cada colaborador y honrando los límites reales a su contribución.
- confía y da autonomía de acuerdo con la madurez de cada colaborador, comparte información y se preocupa por hacer visibles las tareas y la marcha del equipo con tableros (ahora virtuales) que muestren el flujo de trabajo.
- puede discriminar lo que es urgente y lo que puede esperar, y procura disminuir la pretensión de comunicaciones sincrónicas para dar libertad a que los colaboradores organicen su trabajo según sus posibilidades y no sumar estrés innecesario
- tiene disciplina para cumplir una agenda y balancea su propia contribución técnica y la atención de urgencias, con la presencia regular con su equipo (con todos y con cada uno), para ajustar la agenda cada día, comunicar novedades, comprobar avance de las tareas, y dar apoyo ante desvíos o problemas.
Ninguna de estas capacidades nació de un repollo el día que se decretó la cuarentena.
Se trata de músculos que cada conductor eligió tonificar en tiempos de normalidad y que ahora permiten mitigar las restricciones, desafiar y potenciar las capacidades de sus colaboradores y sostener la máxima calidad y productividad en el mejor clima posible.